Sunday, August 13, 2017

Nadar mar adentro

iMe despierto por la mañana y bajo a desayunar a la zona común del hostel y encuentro a Indra visiblemente preocupada, pero con esa entereza que los genes alemanes le confieren a la hora de contener la expresión facial de sus sentimientos. Encadena un cigarrillo tras otro y me hace comprender la expresión chain smoker en inglés, idioma en el que me dirijo a ella para preguntarle si va todo bien, a lo que me contesta que si no sé lo que pasó la noche anterior. Le contesto que no, que me fui a dormir pronto, poco antes de que ellos fueran a la fiesta que había en Bambú, una discoteca de música electrónica que posiblemente sea la única opción de diversión nocturna que hay en el pueblo y cuya música se podía oir desde el hostel gracias a las paredes de bambú y los techos de hojas de palmera con los que éste está construido.

Empieza a relatarme lo sucedido comenzando por que Luis está desaparecido desde las seis de la mañana. Luis Alberto es su novio argentino al que conoció en Montañita, Ecuador y con el que lleva viajando dos meses hasta llegar aquí, a Palomino, un pequeño pueblo del caribe colombiano de carreteras sin asfaltar y una playa bastante peligrosa pero hermosa a la vista. Un destino bastante atractivo para viajeros de bajo presupuesto.

La noche anterior pasé un rato con ellos. Me invitan a beber ron y hablo con Luis Alberto sobre música. Hablamos sobre los Héroes del Silencio y le comento que estuve en un concierto de ellos en 2007. La conversación transcurre y detecto una mezcla del clásico ego porteño con un dolor que le atormenta. Mis sospechas se confirman cuando la conversación musical deriva en un rapero argentino llamado Cancervero o Kanzervero que se suicidó recientemente después de grabar una supuesta obra maestra a modo de nota de suicidio. Achaco el dolor a un desengaño amoroso reciente que intenta combatir a través del viaje, las drogas e Indra. Mientras tanto, se hacen frecuentes sus visitas al baño acompañados por Hans, un alemán de veintipocos, bastante necio, que se pasa el día en una la hamaca del hostel cuando no está tatuándose el brazo o hablando de forma despectiva de los colombianos. Viendo que su ritmo energético es muy distinto al mío me voy a dormir y los abandono en su aventura deseándoles que lo pasen bien.

Indra me comenta que además de la cocaína y el alcohol, en la discoteca consumieron MDMA y que al volver al hostel, cuando el cielo ya clareaba, Luis Alberto decidió consumir una dosis de LSD que le hizo sentir deseos de ir a la playa con la esperanza de sentirse mejor. Ya en la playa empieza a comentarle a Indra que echa de menos a su familia y que está muy triste, acto seguido se adentra en el mar y comienza a nadar mar adentro desatando la preocupación de Indra que empieza a llamarlo y a pedir a alguien que le ayude a salir del agua. A partir de aquí los hechos se vuelven confusos. Al parecer un surfero lo devuelve a la orilla con ayuda de su tabla,  Luis se alegra de ver a Indra y le dice que la quiere por primera vez en dos meses, acto seguido su cara cambia a una expresión de pánico y vuelve a adentrarse al grito de que se quiere morir. Indra entra en pánico y comienza a pedir ayuda a cualquiera que se encuentra en la playa, pero la gente no parece muy dispuesta a arriesgar su vida por un turista visiblemente drogado. Finalmente consigue la ayuda de unos tipos que tienen una lancha a los que ofrece una cantidad absurda de dinero que luego nunca les pagará. Estos rescatan a Luis por segunda vez y éste, bastante formido, se resiste golpeando a uno de ellos. Finalmente lo inmovilizan y lo devuelven a la orilla donde éste se interna en el bosque que hay junto al río que desemboca en la playa. Y esa es la última vez que alguien ve a Luis Alberto. Indra pide ayuda esta vez a unos militares que hacen un pequeño paripé de búsqueda y le dicen que se tranquilice, que ya aparecerá comentario que la desespera aún más.

Trato de consolar a Indra que cada vez está más nerviosa y le digo que por lo que sé del LSD los efectos se le pasarán pasadas unas horas tras las que recobrará la razón y volverá. Ella insiste en culparse por lo sucedido diciendo que fue una irresponsabilidad llevarlo hasta la playa y que seguramente fue su gesto de reproche lo que le hizo adentrarse por segunda vez en el mar. Me pide ayuda porque su español es prácticamente nulo y necesita ir a la policía para denunciar la desaparición. La acompaño a la comisaría y donde el jefe de la policía, recién duchado, con la toalla a la cintura nos escucha sin mucho interés y dispara, a modo de primera pregunta, si el chico estaba drogado, a lo que Indra contesta que no, que tiene problemas mentales y que no había tomado la medicación. El policía responde en voz baja "drogado". Decido no traducirle esto último. Indra se sorprende de la indolencia de la policía y yo le explico que parecen acostumbrados a este tipo de situaciones, que esto Colombia y los locales conocen cuál es el reclamo turístico que impera en la zona. El policía nos pide una foto del desaparecido y le hace una foto a la foto del movil de Indra. Nos comunican que la búsqueda no puede empezar hasta pasadas 72 horas y que hasta entonces no pueden hacer nada. El policía se mete a terminar de secarse y volvemos al hostel. El hostel llamado La Natura está regentado por una familia que reportan a un dueño invisible con el que se comunican por teléfono. El recepcionista es tartamudo y no habla nada de inglés. Nos pregunta qué tal la cosa y le digo que aún nada. Se forma un círculo de investigación multilingüístico con diversas especulaciones. La madre del recepcionista nos dice que vayamos a hablar con el equivalente a protección civil, que allí se llama seguridad civil. Un chico de unos catorce años nos lleva a Indra y a mí en su moto por los caminos de tierra a hablar con un grupo de señoras que venden empanadas en la calle y nos comentan que son las encargadas de seguridad civil en Palomino pero que necesitan una orden desde Santa Marta para salir a buscar a alguien. El encargado de dar la orden está viajando en ese momento y no pueden contactarle, así que toca esperar. La madre del recepcionista nos dice que vayamos a hacer fotocopias de la foto y peguemos carteles por el pueblo por si alguien lo vio.

La frustración de Indra crece, pues no hay noticias de Luis y su mente especula con la posibilidad de que tenga hambre, sed o del ataque de algún animal salvaje o mosquitos. Al desaparecer, Luis solo llevaba un bañador estilo militar y nada más. Le digo que no piense en eso, que seguro que estará bien y que aparecerá en cualquier momento. Me dice que le ha parecido verlo un par de veces pero no era él, que al principio lo sentía vivo pero ya no lo sentía. Habla de que deberíamos avisar a sus padres en Argentina pero no quiere enfrentarse a ello aún. También especula con la idea de ofrecer una recompensa pues los padres del desaparecido tienen dinero de sobra, idea de la que la disuado rápidamente porque es algo que atrae a los carroñeros y le cuento historias de gente que se aprovecha de la desesperación por dinero. A continuación visitamos una pequeña base militar donde uno de los militares nos dice que hay unos compañeros suyos buscando, cosa que dudo, y que si por él fuera estarían todos buscando, cosa que también dudo, pero ya se va a hacer de noche y no pueden hacer más.

Las horas pasan y me como una deliciosa arepa con chorizo y queso e Indra sigue fumando y no come nada. Su cara parece como si hubiese envejecido diez años y empiezo a pensar en cómo la mente se activa cuando le das un puzzle irresoluble con una implicación emocional, en la obsesión por conocer lo sucedido. Visualizo las ramificaciones de los posibles sucesos y evalúo la probabilidad de que el chico esté vivo. De alguna forma empatizo con ella y me transmite sus nervios y su pesimismo y la esperanza de que el desaparecido siga vivo se empieza a diluir. Escuchamos dos militares hablan acerca de un ahogado encontrado hace unas horas. Indra entiende ahogado y le invade el pánico y me mira esperando mi traducción. Le digo que al parecer un niño se ha ahogado mientras jugaba en la playa o en el río. La noticia, a pesar de no tener ninguna relación se suma al clima de negatividad y me embarco en la empresa del falso pensamiento positivo diciéndole que seguro que está bien. Volvemos al hostel. Hans sigue en la hamaca con el brazo envuelto en film transparente. Hace algún estúpido comentario diciendo que Indra está overreacting. Mientras, me pongo en contacto con la embajada argentina en Colombia y me piden varios datos de la desaparición. Estos parecen azuzar a la policía que también se pone en contacto conmigo y me hacen varias preguntas, pero no comienzan ninguna búsqueda de momento.

Llega la noche y no hay mucho más que hacer. Michal y yo llevamos a Indra a cenar una pizza para intentar distraerla. Durante la cena aparece un tipo vestido todo de blanco que al parecer ha ayudado a Indra por la mañana en la playa. El tipo parece una especie de monje yogi y transmite una paz extraña. Comienza a dirigirse a mí por la comodidad del idioma y me dice que perdió a su hija hace un par de años pero que ya lo ha superado gracias al budismo y que el secreto es dejar ir las emociones. Su paz me parece un edificio hecho de palillos, pero no seré yo quien se lo derribe, además parece apaciguar a Indra, cosa que yo hace rato que no tengo energía para hacer. Nos vamos a dormir y le dejo a Indra mi tablet para que vea alguna película durante la noche, ya que sospecho que no va a ser capaz de dormir demasiado. Indra me dice que daría lo que fuera por que Luis estuviera vivo, un brazo, una pierna o lo que fuera. Intento decirle que todo irá bien y me retiro a dormir.

A las 7 de la mañana me despierto y me encuentro a Indra que me dice que aún no se sabe nada y que es hora de llamar a los padres y me pide como último favor que lo haga yo. Accedo y me entrega el móvil que da el primer tono con el número de la madre en la pantalla. Contesta una mujer a la que comunico lo sucedido tras explicarle quién soy. Le explico que su hijo está desaparecido desde ayer y me dice que no entiende nada. Que están muy preocupados porque Luis Alberto los llamó esta mañana desde el aeropuerto de Santa Marta muy asustado, diciendo que se volvía a Buenos Aires en el próximo vuelo. Al escuchar esto me invade una calma extraña y le comunico a Indra que su chico está vivo en el aeropuerto de Santa Marta y que su avión sale en dos horas. Intento reconstruir los hechos con los padres. Pasadas unas horas de su desaparición, cuando el LSD empezaba a remitir, Luis Alberto llega a la carretera principal, para un autobús y dice que le han robado. Alguien del pueblo nos dirá más tarde entre risas que llevaba el bañador roto y los cojones por fuera. Consigue llegar a Santa Marta donde tiene la mochila grande y el pasaporte. Allí contacta con sus padres para que le compren un vuelo a Buenos Aires.

Indra no entiende nada. No entiende por qué no se ha puesto en contacto con ella. Por qué ha huído de esa manera. Sus sentimientos han pasado en unos minutos de la desesperación al desconcierto y la rabia. Su única obsesión ahora es hablar con él, preguntarle qué ha pasado. Por un momento piensa en ir al aeropuerto a hablar con él, pero calculamos el tiempo y no lo conseguiría.

Cuando se tranquiliza me agradece la ayuda y me elogia diciendo que le he transmitido mucha paz y debería dedicarme a la mediación o a la traducción en ambientes de estrés. Yo le digo que no se preocupe, que para mí ha sido una aventura y que así tengo algo que contar en el viaje. Nos despedimos de ella pidiéndole que, por lo que más quiera, no vaya a Argentina a verlo. Nos dice que ok mientras sigue comunicándose con él a través del chat de Facebook. Días después accedemos a esa misma red scial para comprobar que pasó unos días en Argentina y luego volvió a Alemania, algo que nadie de los que allí estábamos dudaba. Comunicamos a todo aquel a quien habíamos movilizado: policía, militares, embajada, seguridad civil y ciudadanos voluntarios, que dejen de buscar y que muchas gracias y que disculpen las molestias. Todos dicen que no pasa nada, que lo importante es que está vivo.

La resaca de la aventura me deja pensativo y pienso en la tranquilidad de haber encontrado a mi tocayo con el que no compartí más que unas pocas palabras y medio vaso de ron. Pienso en el apego de Indra y en su comportamiento de mujer maltratada. Pienso en el yogui que perdió a su hija, en los padres de Luis Alberto, en los padres del niño ahogado y en cómo cada persona afronta las situaciones extremas de una manera más o menos efectiva. Pienso en la pulsión de huida, en la gente que lo manda todo a tomar por culo y simplemente se va sin mirar atrás. Pienso en si es peor una desaparición o una muerte, en ese estado de limbo dominado por la incertidumbre que te paraliza y no te deja ni vivir ni comenzar con el duelo.

La imagen de Luis Alberto nadando me recuerda a la canción "Mar adentro" de Héroes del Silencio, grupo del que previamente habíamos hablado. "Y por fin he encontrado el camino, que ha de guiar mis pasos ... Y nadar mar adentro y no querer salir".

Wednesday, August 2, 2017

Las tres dimensiones del ecuador

Tercer día en Quito dedicado a ver museos y vagar por la ciudad. Entro a una cafetería en frente del Hostel donde me alojo y veo un libro llamado EL GRAN LIBRO DE LA NUEVA DIMENSIÓN (Alta definición en 3D Bohdan)

Yo tenía ese libro de pequeño. Pasé horas mirándolo y ahora está aquí expuesto de una forma extraña como en un pedestal. No aparcado en batería como suelen estar los libros, sino más bien exhibido como los best sellers en las librerías. En una leja, apoyado en la pared sobrecargada, compartiendo labores decorativas con discos de vinilo silueteados, fotos random, máscaras...

Mirar ese libro me produce una sensación de familiaridad remota. Un recuerdo al que la única forma de acceder es ver una réplica exacta del objeto. Fantaseo con la idea de que sea el mismo ejemplar y que de alguna manera haya llegado desde mi infancia hasta esa cafetería. El tamaño grotesco, las páginas con microperforaciones para ser arrancadas, los colores dispuestos en patrones. El truco: torcer los ojos hasta que dos elementos del patrón se unan y el cerebro crea que está viendo lo mismo con los dos ojos y las diferencias entre lo que ambos ojos perciben se manifiesten. Recuerdo probar a hacer lo mismo con patrones en los tapices de los sillones o en alguna pared con motivos repetitivos y que lo que resalte sea alguna mancha o imperfección en el patronaje. Recuerdo usar este truco para resolver rápidamente los juegos de encontrar las siete diferencias.

Mientras tanto, una pareja de venezolanos recién emigrados piden algo de cenar y hablan sobre la situación de su país.Yo que estoy fuera tan preocupada y los que están dentro tan tranquilos, dice la chica. Así es la gente, mija, dice el novio para tranquilizarla.

Pienso en los detalles innecesarios que mete Bolaño en sus novelas. Decir que una dependienta tiene la cabeza pequeña como algo que no tiene ningún impacto en la historia. Perlas de verosimilitud. Me pregunto si serán perceptos propios o los crea ad hoc para cada personaje de la historia, como tics de un actor.

Y así sigo, sobreexcitado, hiperestésico, con la cabea a mil por hora sin saber si es la soledad que hace fermentar las ideas o el cambio de estilo de viaje lo que me hace escribir compulsivamente. Pensando en que tengo que analizar esta sensación. En que Salinger solo quería que lo dejasen en paz.

Por lo que veo, los venezolanos que emigran suelen ser jóvenes y utilizar alta tecnología. Graban videoblogs con cámaras muy buenas, se comunican con móviles de alta gama y se desesperan por el cambio del Bolívar "fuerte" que cada vez lo es menos en comparación con el dólar. La pareja recibe por whatsapp un audio de un niño pequeño, quizá su hijo, espero que su sobrino. Sí es el sobrino del chico.

En la mesa de al lado una pareja de alemanes cerca de los treinta con un McBook buscan información sobre restaurantes mientras degustan un menú vegetariano. Él rapado y ella con media melena rubia. Con una bolsa de compras a modo de botín después de un día alrededor de la ciudad. Sobre ellos, colgando del techo, un paraguas invertido que parece protegerles a la vez que recolectaría agua en caso de lluvia; eficiencia alemana no pretendida. El chico ve videos de fútbol en su móvil con un comentarista poseído que amenaza cada jugada.

Entre las dos parejas poéticamente situado el libro de las tres dimensines. La dimensión de quien huye de una posible guerra, la dimensión de los turistas indiferentes ajenos a todo y la dimensión en la que parezco encontrarme yo, la del observador invisible que escribe en una libreta lo que sucede cuando no sucede nada más que la vida.

Para terminar tuerzo los ojos y junto a las dos parejas y espero a que aparezcan las diferencias resalten, pero no sucede porque hay bastantes más de siete.

Me levanto, pago el café y me vuelvo al hostel.

Wednesday, May 10, 2017

Guatemala

Llevo casi un mes sin escribir por aquí y se viene haciendo habitual que comience con una disculpa, pero bueno, no creo que deba disculparme tampoco. Este blog pretende ser una especie de crónica de lo que me sucede en el viaje, pero hay veces que la inspiración simplemente no viene y escribir es como buscar oro en una mina abandonada, acabas cansado y con un carro lleno de piedras sin mucho valor, así que en esos momentos suelo escribir en una libreta donde escribo sobre la falta de inspiración con curioso resultado.

A pesar de todo creo que el lugar donde me encuentro ahora merece un post y lo tendrá, pero antes voy a contar de forma esquemática lo sucedido desde Belice hasta aquí.

Después de Key Caulker fui a San Ignacio, donde visité otras ruinas mayas, pero decidí no ir a las cuevas por costar 80$ y continué hacia Guatemala al día siguiente con Sara, la italiana que nos acompañaba. Ribe decidió quedarse y encontrarnos al día siguiente en Flores, donde tomaríamos un tour para ver Tikal, otras ruinas mayas bastante espectaculares. En ellas vimos monos araña y aulladores. Después de ver un total de cuatro monumentos de este tipo puedo decir que no consigo sentirme conmovido por ellos. Simplemente me dejan frío y no producen en mí un efecto más allá de una pequeña sopresa por haber perdurado por los siglos. Siempre suelo fijarme más en la naturaleza que las rodea o en el comportamiento de los turistas que las visitan, pero nunca me siento sobrepasado por lo monumental, y podría extenderlo a que nada de lo monumental que ha creado el ser humano me dice demasiado, véase catedrales, pirámides, palacios... soy totalmente insensible a estas construcciones y no creo que esto cambie en un futuro próximo.

Pusimos rumbo a Semuc Chempey, un lugar con unas piscinas naturales muy bonitas pero infectadas de turistas. Nuestra visita coincidió con un puente y había mucha gente. Para volver alquilamos unos flotadores y volvimos haciendo "tubing" río abajo. Al día siguiente decidimos hacer un tour en unas cuevas con agua con la única iluminación de unas velas y las indicaciones del guía menos motivado de la historia. Sara nos esperaba en una pequeña playa junto al río donde nos juntamos con un francés y dos inglesas. Se nos unieron dos niñas y dos niños que jugaban en el río y a los que parecía divertirles mucho hablar con los turistas. Nos enseñaron algo de su lengua Maya Quechí.

Luego fuimos a Antigua donde nos reunimos con Zep que estaba trabajando de voluntaria en un hostel donde decidimos quedarnos para pasar tiempo con ella. Zep nos volvió a contagiar con su energía y nos alegramos mucho de verla. Pasamos con ella unos días porque ponía rumbo a Colombia tres días después. Antigua fue un soplo de aire fresco porque sentía que no había salido del circuito gringo-turístico desde que llegué a Guatemala y tenía la sensación de que Guatemala era un país sin identidad y del que no había conocido nada más que monumentos y naturaleza. Ninguna interacción con la gente local y ni rastro de algo que me dijese "Guatemala es esto".

Allí tomamos un tour al volcán Acatenango. Un volcán de cerca de 4000m desde el que se pueden ver erupciones de un volcán activo próximo a éste. Subimos durante todo el día. El grupo era bastante grande y se iba separando porque había gente que caminaba rápido y gente que no. Teníamos dos guías, Melvin y Mauro, que subían unas dos veces por semana y nos contaban muchas anécdotas por ser los únicos hispanohablantes del grupo. Antes del atardecer llegamos al campamento base después de unas sies horas de subida y montamos las tiendas mientras los guías buscaban leña para hacer fuego. Conforme pasaba la noche pudimos ver varias pequeñas erupciones del volcán de Fuego. Era la primera vez que veía lava en directo y me hizo mucha ilusion ver ese naranja tan cercano al rojo. La gente se iba yendo a dormir y los guías cada vez estaban más borrachos y empezaron a contarme sus historias de desamor y de sus situaciones límite en la montaña. Eran jóvenes y bajitos. Me fui a dormir el último un poco decepcionado por no haber visto una gran erupción del volcán. Nos levantaron a las 4 de la mañana para subir a la cumbre a ver el amanecer. Después de más de una hora llegamos y la sensación fue increíble. El cansancio mezclado con la satisfacción de llegar unidos a un amanecer rarísimo y precioso debajo de las nubes hizo que casi se me saltaran las lágrimas. A pesar del frío y el viento (No os hacéis una idea del frío que hace en lo alto) dimos la vuelta al crater y vimos las cruces de seis personas que murieron hace unos meses en ese mismo volcán. Luego los guías nos mostraron unos agujeros de donde sale calor. Pusimos unas piedras dentro y tras dos o tres minutos teniamos una forma muy placentera de calentarnos las manos. Bajamos deslizándonos por la gravilla y lo que había sido una subida de más de una hora se hizo en menos de 15 minutos durante la cual el volcán pegó un petardazo que sonó como diez relámpagos. De día es muy difícil ver la lava, pero el humo que desprendía fue igualmente impresionante aunque visualmente un poco menos estético. La bajada fue dura para mí porque después de tanto tiempo la suela de mis zapatillas se estaba empezando a borrar y me resbalé cómicamente hasta cuatro veces. Al bajar levantaba mucho polvo y era bonito ver cómo revelaba los rayos de sol que se colaban entre las plantas. Me he puesto un poco poético aquí jeje.

Ya estaba empezando a reconciliarme con Guatemala. Al día siguiente fuimos a Chimaltenango a conocer a Atún, un indígena amigo de mi primo Pol (un asiduo de este blog). Llegó una hora tarde pero muy tranquilo y resacoso (de cruda). Nos llevó a conocer a Maximón, una especie de santo al que le ofrecen alcohol y tabaco. Luego nos llevó a comer una tostada de buche (estómago de cerdo) a una taberna muy auténtica donde sonaba música banda en una jukebox. Pregunté a Atún por la verdadera identidad de Guatemala y me contó que la riqueza de Guatemala son toda la diversidad de pueblos indígenas que tiene y que en realidad el sur de México se parece más a Guatemala que el norte. Guatemala es el epicentro de la cultura maya y cuentan con una gran cantidad de lenguas, tradiciones, cultivos... que la obstinada necesidad de unificación de occidente está haciendo desaparecer poco a poco.

Y bueno, esto es todo lo que pasó en Guatemala, bueno, no todo, pero ando leyendo a Kerouac y el estilo del blog se ve afectado por esa sensación de no hay tiempo que perder jajajaja.

Tuesday, March 28, 2017

Caye to happiness

Debo entradas de Mazunte, San Cristóbal, Mérida y Bacalar, pero prefiero escribir sobre Cayo Caulker mientras el recuerdo está fresco y la pátina de la memoria aún no se ha posado... Jajajaja la pátina de la memoria, eh? Me pongo ridculamente poético y tomo el camino de la reflexión. Empiezo a hablar de la memoria y me olvido de lo que iba a contar. ¡Qué paradójico! Hablaré del olvido para recordar... Jajajajaja me viene otro acceso para no empezar con lo cronológico, con el noticiero, con lo prosaico.

Me despido de México y tomo un bus de Bacalar (recomendable 100%) a Belice City donde tomar un ferry a Cayo Caulker. A mitad de camino el bus se detiene para cruzar la frontera donde hay que pagar el equivalente a 25€ por salir del país. Una aduana muy relajada que presagia que el país no es precisamente estresante. En Belice City tomamos el ferry. Nada más salir vemos una columna de humo a pocos metros del puerto. Luego nos enteraremos de que la tienda se ha quedado. En un capricho del azar vemos cómo al llegar a nuestro destino una columna similar asciende a pocos metros. Esta vez vemos mucha agitación y una cadena humana de unos cien metros que lleva y trae cubos de agua del mar a la casa. Alguien grita que se necesitan más manos y nos quitamos la mochila para ayudar hasta que alguien grita que ya está y toda la cadena humana se dispersa en un aplauso hasta que la cosa vuelve a agitarse porque el fuego se ha reavivado y se vuelve a formar la cadena. Así hasta tres veces. Todo muy bonito. La multitud interracial colaborando para ayudar a un desconocido.

Terminada la buena acción del día ponemos rumbo al hostel regentado por una señora muy gorda llamada Gloria. El hotel es un microcosmos de gente de paso donde cada día se configuran grupos que en breve se disolverán. Edwin, un rastafari blanco de familia guatemalteca nos enseña la habitación que compartimos con dos alemanes y una italiana. Cumplida su función nos ofrece marihuana y cocaína que rechazamos a la vez que enlazamos el negocio sumergido con el modico precio del hostel. En seguida hacemos buenas migas con Sara, la chica italiana, que está enfadada porque Brandon, un rastafari negro con el que tuvo un idilio hace unos días ahora se pasea por el hotel con otra chica mientras Gloria chapurrea en castellano que Sara tiene cuernos alternando los cometarios con una risa de estas que comienzan con un grito. Las bromas a Sara se sucederán durante toda la estancia y ésta las soporta estoicamente. Nos cuenta que está atrapada en la isla y que lleva ya dos semanas en ella. También nos propone ir al día siguiente a bucear en un tour organizado. Nuestra política de sí a todos los planes nos obliga a acceder. Salimos a cenar y se nos unen dos chicas chilenas que ya llevan allí un par de días. La pandilla está formada y damos una vuelta de reconocimiento por la isla pero volvemos pronto al hostel porque el tour es temprano. Empezamos a echar de menos la comida mexicana y sus precios. Acabamos comiendo chop suey en un chino con el que nos cuesta comunicarnos.

El lenguaje en Belice es un asunto serio. El idioma oficial es el inglés, de hecho en los dólares beliceños aparece la Reina de Inglaterra, pero se escucha una variante que es el criollo, que por explicarlo de algún modo suena como un rapero ragga.  Además casi todo el mundo habla o chapurrea el castellano por la inmigración proveniente de Centroamérica.

Me despierta un concierto de pájaros, que una de la chilenas denominará como pájaros culiaos, y nos dirigimos al barco donde pasaremos el día. La primera parada es para ver tortugas y mantas rayas. Aquí he de puntualizar que no suelo ser muy amigo de estas actividades y que no las haría si no me dejase llevar por gente más activa que yo, y como suele pasar acabo muy agradecido de que así sea, porque ver una tortuga marina del tamaño de un niño gordo de 8 años pasar a tu lado es muy impresionante. Ver un animal tan alienígena como la manta raya pasar bajo tus pies es también una sensación destacable. La segunda parada genera otro tipo de sensaciones. Un tipo de la tripulación empieza a tirsr trozos de pescado al agua generando agitación y te repente unas aletas dorsales emergen y sí, son tiburones. Varios tiburones que aseguran inofensivos, pero tiburones. Esta vez tirarme al agua me da más respeto, no miedo, pero respeto sí, porque... tiburones sabes? En fin que los tiburones estaban a lo suyo rodeados de un montón de peces que no parecían tener ningún respeto ni interés por el ser humano. La tercera inmersión es para ver los corales y peces del arrecife, un poco menos impresionante pero interesante. Vemos una morena y dos barracudas. Al subir nos sirven ceviche y rum punch y el ambiente se torna más festivo. Cuando parecía que la observación de fauna submarina había terminado alguien divisa algunas aletas dorsales más, esta vez de delfines.

Por la tarde vamos a ver el atardecer a un muelle. La suerte de la isla es que puedes ver cómo amanece y atardece en el mar. El resto del día y del día siguiente lo pasamos los cinco juntos. En menos de 24 horas ya eres íntimo de una gente de la que te vas a separar en otras 24 horas. La despedida de las chilenas ha sido de las más sentidas en lo que va de viaje y la italiana ha decidido viajar con nosotros harta de las bromas acerca de que está embarazada de un rastita.

Los juegos de palabras que tanto me gustan están presentes por toda la isla. Tomando un helado un tipo en bicicleta me grita algo que suena como "Aiscrim yuscrim" que descifro como "Ice cream, you scream". Me doy cuenta de lo difícil que es explicar juegos de palabras en otro idioma así que me limitaré a enumerarlos. En seguida me pongo juguetón y empiezo a desear Belices fiestas a la gente, a ver aviones de bélice, etc. Veo pasar una lancha en la que hay pintado Caye to happiness y esbozo una sonrisa​ de complicidad conmigo mismo que me hace pensar en… complicidad conmigo mismo? Pero qué es esto? Venga a mirar por la ventana el belicioso paisaje.



Saturday, March 18, 2017

Trabajo acumulado

Es cierto que llevo muchos días sin escribir aquí y me preguntó por qué. De momento lo achaco a una desconexión con el lugar de origen. No se trata de una desconexión consciente, sino de algo que entiendo como un proceso natural de quién viaja durante un tiempo largo. Intentaré explicarme.

Los primeros días intentaba escribirlo todo de forma que quien leyese esto, incluido yo en el futuro, pudiese seguir paso a paso todo lo que me sucedía. De modo progresivo se da un cúmulo de hechos que te hacen dejar de escribir. Sientes que si escribes todo dejas de hacer otras cosas. Piensas en para quién escribes y cada vez es más borroso ese público al que hace ya dos meses que no ves.

El otro motivo es la costumbre de la mirada. Ya no eres un viajero recién salido de su país maravillado por cualquier suceso. Ahora tu rutina es viajar y eso se convierte en tu día a día. Y sigues visitando sitios increíbles, pero de alguna forma eso se ha convertido en rutinario, y cuando lo maravilloso se convierte en anécdota es el momento de parar, desacostumbrarte y cambiar la perspectiva.

Por coherencia narrativa continuaré por donde me quedé la última vez que escribí por aquí. Llegué a Oaxaca con Ribe desde ciudad de México. Nos hospedamos en un hostel donde conocimos a una chica belga que nos acompañó un par de días. Su viaje estaba terminando porque se había dado cuenta de que estaba enamorada de un chico en su Bélgica natal y había decidido volver e intentarlo con él.

En Oaxaca comí tlayudas, quesillo y mole. Visité Hierve el agua unas formaciones calizas que dan la sensación de cascada congelada donde te puedes bañar. También visité la iglesia de Santo Domingo de Guzmán donde tuve lo más parecido a un Stendhal que he tenido dentro de un templo religioso. Pensé en la necesidad de sentir a través de los demás, en tantas cosas que contar y tantas cosas que enseñar.

Estuve cerca de comer chapulines (saltamontes) que venden como snack en el mercado, pero decidí vivir con el hecho de que los únicos insectos que he ingerido en mi vida han sido de forma involuntaria cuando algún mosquito ha entrado en mi boca por ir a alta velocidad como Jim Carrey en Yo, yo mismo e Irene.

Mientras hacíamos tiempo para ir a Mazunte, pasó algo que cada vez me parece más frecuente en esto de viajar. Se dio la casualidad de encontrarnos con una chica suiza que conocimos en Real de Catorce. Según parece hay un río invisible del que es bastante difícil salir y que arrastra por los mismos sitios a gente con intereses similares. Esto propicia que encontrarte a alguien que conociste mil kilómetros atrás no sea tan raro como parece. Algunos lo llaman circuito mochilero y rara vez se remonta.

Por último decir que la luna aquí crece bastante horizontal, lo cual le da una forma de sonrisa ligeramente ladeada y guasona y cuando se esconde detrás del horizonte se pone de un color rojizo sandía muy interesante.

Thursday, March 2, 2017

Deriva 1

Una vez liberado de las tareas cronísticas sigo con ganas de escribir ahora más libre, ya no tengo que contarle a nadie el viaje, ya no tengo que frustrarme por mis problemas de recopilación cronológica. Ya he soltado esas cadenas que solo con leerme me imponéis. Ya estoy en paz. Ya tenéis lo que queríais y ya puedo escribir sobre la presión misma que supone escribir el blog. Sobre la necesidad de contar lo vivido. Sobre la obligación de obtener un producto de lo aprendido. Sobre el happiness only real when shared. Sobre la forma en la que muta el estilo dependiendo de la persona o personas que piense que puedan estar leyendo. Y de cómo tener en cuenta a varios lectores me lleva a un bloqueo raro, porque hay algunos a los que quiero hacer reir y saco al payaso, hay otros a los que quiero impresionar y saco al erudito, a otros simplemente les quiero contar el viaje y saco al cronista. Hay muchos más que aún no he identificado, otros a los que escondo a voluntad y algunos que solo aparecen cuando la inspiración es grande. Todos estos alter egos conforman lo que aquí se escribe y yo solo soy un tipo que pone orden mientras dependiendo del estado de ánimo uno toma fuerza sobre los demas y consigue que lo que quiere decir llegue al blog.

Solo copio lo que en mi cabeza ya está escrito. Solo copio lo que me susurra uno de estos señores. Pero tranquilos, esto solo es una forma de explicarlo, no estoy enfermo ni padezco de ningún tipo de demencia. Este que acaba de hablar es el pacificador. El típico que sale a hablar con el vecino cuando llama a tu puerta diciendo que bajes la música de la fiesta. Este tipo aburrido que lleva el control en muchas ocasiones. Posiblemente lleva vestido de piloto y le cae bien a su suegra.

Tengo pendiente una entrada de los porqués de viajar y voy escribiéndola mentalmente todos los días. Dialogando mentalmente. Haciéndome preguntas y respuestas sobre la utilidad de los pies. La utilidad de viajar. La utilidad de lo inútil y la inutilidad de lo supuestamente útil. Qué deslavazado todo.

Friday, February 24, 2017

CD Mix 9

Empiezo a escribir sin saber muy bien qué voy a decir, o de qué voy a hablar, pero simplemente empezar suele ser la mejor forma de hacer algo. "Comer y rascar todo es empezar" dice la versión light del refrán. Por circustancias del azar acabo de perder los cuatro párrafos que llevaba escritos sobre mi estancia en Ciudad de México o CDMX, que ya no se llama DF, y soy muy reacio a escribir otra vez lo mismo, así que si no tenía ideas para escribir ahora no tengo ni si quiera la motivación, ¡Oh cielos!, así que perdón de antemano por lo que pueda salir de esto, porque llevo 5 horas en un bus y me empieza a picar el sobaco. El desodorante me ha abandonado literalmente, no lo encuentro por ningún lado y las toallitas se me están acabando. Sí, lo sé, debería comprar, pero ya me conocéis.

En CDMX muy bien. No me han atracado ni una sola vez ni me han robado nada. No sé si es debido a que he llevado bastante cuidado, o que mi apariencia cada vez es más mexicana y peligrosa... puede que lo del desodorante tenga que ver. He escuchado teorías acerca de que la alimentación te cambia el PH de la piel y el olor corporal. He sido muy feliz comiendo rico y barato en cualquier esquina. He ido a las pirámides de Teotihuacán. He ido al museo de antropología. He ido a ver obras de Diego Rivera y Frida Kahlo. He ido a un musical rollo Hoy no me puedo levantar llamado Mentiras en el que actuaba Pablo Puyol, el de UPA Dance. He ido al gimnasio. He tomado mezcal.
He entendido un poco mejor cómo funciona el caos Mexicano. Aun así he decidido no profundizar demasiado ni explorar los lugares que no me inspiraban seguridad. He visto mucha venta ambulante, mucha mendicidad, he visto dos hogueras en la carretera, he ido en el metro, he visto el contraste de clases que en esta ciudad se vuelve más extremo.

Lo que más me ha llamado la atención es la mentalidad del mexicano trabajador. Se tiene la concepción de que quien está en la miseria es porque quiere y no se esfuerza. Una mentalidad muy estadounidense que parece estar cada vez más arraigada y que en mi opinión agrava la desigualdad. Pero quién soy yo para decirles lo que tienen que hacer. Quién soy yo para decirles que conserven su identidad y no tomen una prestada.

Un concepto que he aprendido es el malinchismo. La Malinche fue la traductora y amante de Hernán Cortés que traicionó a los indígenas. Pues me han comentado que el mexicano tiende al malinchismo en el sentido de que trata mejor al extranjero que al propio mexicano. Una versión chilanga de bienvenido Mr Marshall. Todos odian a Trump pero quieren que las propinas de los gringos sigan llenando sus bolsillos. Strange but legit.
Ribe y yo nos hemos alojado en casa de Fer y Blanca y sus dos hijas. Una vez más les hemos hecho tortilla de patatas y salmorejo y una vez más han pensado que el salmorejo es la salsa de la tortilla sin atender a razones cuando les explicábamos que eran dos platos distintos. Una vez más nos han tratado mejor de lo que merecemos.

Poco más que decir por hoy en este blog. En este bebé con uñas de porcelana. En este pobre intento de captura de miles de sensaciones, de ser un embudo de experiencias del que salen letras desordenadas. Esta deriva absurda que es una sinécdoque del propio viaje. Esta... Cállese.