Saturday, March 18, 2017

Trabajo acumulado

Es cierto que llevo muchos días sin escribir aquí y me preguntó por qué. De momento lo achaco a una desconexión con el lugar de origen. No se trata de una desconexión consciente, sino de algo que entiendo como un proceso natural de quién viaja durante un tiempo largo. Intentaré explicarme.

Los primeros días intentaba escribirlo todo de forma que quien leyese esto, incluido yo en el futuro, pudiese seguir paso a paso todo lo que me sucedía. De modo progresivo se da un cúmulo de hechos que te hacen dejar de escribir. Sientes que si escribes todo dejas de hacer otras cosas. Piensas en para quién escribes y cada vez es más borroso ese público al que hace ya dos meses que no ves.

El otro motivo es la costumbre de la mirada. Ya no eres un viajero recién salido de su país maravillado por cualquier suceso. Ahora tu rutina es viajar y eso se convierte en tu día a día. Y sigues visitando sitios increíbles, pero de alguna forma eso se ha convertido en rutinario, y cuando lo maravilloso se convierte en anécdota es el momento de parar, desacostumbrarte y cambiar la perspectiva.

Por coherencia narrativa continuaré por donde me quedé la última vez que escribí por aquí. Llegué a Oaxaca con Ribe desde ciudad de México. Nos hospedamos en un hostel donde conocimos a una chica belga que nos acompañó un par de días. Su viaje estaba terminando porque se había dado cuenta de que estaba enamorada de un chico en su Bélgica natal y había decidido volver e intentarlo con él.

En Oaxaca comí tlayudas, quesillo y mole. Visité Hierve el agua unas formaciones calizas que dan la sensación de cascada congelada donde te puedes bañar. También visité la iglesia de Santo Domingo de Guzmán donde tuve lo más parecido a un Stendhal que he tenido dentro de un templo religioso. Pensé en la necesidad de sentir a través de los demás, en tantas cosas que contar y tantas cosas que enseñar.

Estuve cerca de comer chapulines (saltamontes) que venden como snack en el mercado, pero decidí vivir con el hecho de que los únicos insectos que he ingerido en mi vida han sido de forma involuntaria cuando algún mosquito ha entrado en mi boca por ir a alta velocidad como Jim Carrey en Yo, yo mismo e Irene.

Mientras hacíamos tiempo para ir a Mazunte, pasó algo que cada vez me parece más frecuente en esto de viajar. Se dio la casualidad de encontrarnos con una chica suiza que conocimos en Real de Catorce. Según parece hay un río invisible del que es bastante difícil salir y que arrastra por los mismos sitios a gente con intereses similares. Esto propicia que encontrarte a alguien que conociste mil kilómetros atrás no sea tan raro como parece. Algunos lo llaman circuito mochilero y rara vez se remonta.

Por último decir que la luna aquí crece bastante horizontal, lo cual le da una forma de sonrisa ligeramente ladeada y guasona y cuando se esconde detrás del horizonte se pone de un color rojizo sandía muy interesante.

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